Sin embargo, en ocasiones los paseos se convierten en auténticos suplicios: correas tensas, tirones, prisas, encuentros incómodos con otros perros o personas… Estas experiencias tan desagradables se empiezan a solucionar en cuanto el dueño entiende las necesidades de su perro durante el paseo y le ayuda a satisfacerlas.
Parece algo fácil de hacer cuando los
perros van sueltos por el campo o la playa, pero cuando paseamos con un perro
por la ciudad tenemos que llevarlo con correa* y es fundamental que los dueños
sepamos usarla de forma conveniente para que, a pesar de estar atado, el perro
pueda explorar y relacionarse agradablemente con otros perros y personas y,
sobre todo, para que no sufra ningún dolor durante el paseo.
(*En cada ayuntamiento informan sobre las especificaciones de las normativas municipales respecto a la tenencia de animales)
(*En cada ayuntamiento informan sobre las especificaciones de las normativas municipales respecto a la tenencia de animales)
Muchos perros padecen dolor en el cuello o
en la espalda debido a los tirones del collar que reciben a lo largo del día,
tanto los que se provocan ellos mismos estirando de la correa como los que les
propinan sus dueños para mantenerlos a su lado. En el caso de llevar collares
de ahogo, de pinchos o collares eléctricos, el dolor es aún mayor.
Hace años me dijeron que a los perros no les dolían los tirones, que tenían el cuello muy fuerte. Desde entonces he escuchado a varios veterinarios decir lo contrario: los tirones en el cuello pueden causar muchos problemas físicos y mucho dolor a los perros. Una forma de evitar estos problemas es cambiar el collar por un arnés confortable con un enganche en la espalda. Aunque el perro tire, con un buen arnés la presión no va directamente al cuello sino al pecho. Los arneses se diseñaron para los perros que tiraban de carros no se lastimaran el cuello, por eso mucha gente piensa erróneamente que al poner un arnés a un perro, éste se va a poner a tirar inmediatamente. Sin embargo la implicación solamente va en un sentido: “si el perro tiene que tirar ponle un arnés, pero si le pones un arnés no tiene por qué tirar”.
Algunos perros no soportan los arneses,
bien porque éstos no están bien diseñados para sus cuerpos o porque les dan
alergia, en este caso se debe usar un collar agradable que no les ahogue.
Pero incluso cuando no hay tirones, una
correa excesivamente corta también puede provocar que la postura del perro
durante el paseo no sea cómoda, que no pueda acceder a nada interesante y que
no consiga relacionarse correctamente.
Los perros tienen unos cuantos rituales de
saludo cuando se encuentran con otros perros: intentan acercarse haciendo una
curva, giran sus cabezas o las agachan, e incluso pueden usar al dueño como barrera
pasando al otro lado si algo les incomoda. Por eso necesitan tener algo de
distancia con el dueño. Con una correa corta el perro no puede agachar la
cabeza, ni girarse, ni apartarse del dueño.
Una correa larga, de al menos dos metros,
le dará mayor libertad de movimiento y le permitirá realizar todas estas
posturas sin provocarle malestar, con lo que sus encuentros con otros perros y
personas serán mucho más agradables. En muchos casos, simplemente cambiando el
collar y la correa corta por un arnés y una correa larga, el paseo se vuelve
mucho más placentero tanto para el dueño como para el perro. Sin embargo
también hay algunas otras cosas que el dueño puede hacer para mejorar la
calidad del paseo con su perro.
- Observarle
durante el paseo por la ciudad: ¿Qué le interesa? ¿Qué hace cuando ve a
otros perros? ¿Qué hace cuando ve a niños o a personas mayores? ¿Hay cosas
que le inquietan o le asustan? ¿Tiene lugares de paseo favoritos?
Aprendamos a entender sus gustos y, si no van a causar ningún problema,
seamos tolerantes con ellos.
- Entender
que el paseo es para el perro: no aprovechemos el paseo para hacer recados
yendo con prisas de un sitio a otro: los paseos son importantes para el
bienestar del perro, debemos proporcionarle diariamente oportunidades para
explorar y relacionarse con otros perros de forma agradable.
- Darle
libertad de movimientos: ellos no caminan como nosotros, no andan en línea
recta ni al mismo ritmo que nosotros. Permitamos que el perro se acerque a
nosotros o se aleje para mirar u olisquear algo, dejemos que se adelante,
se atrase o se cambie de lado. Parémonos cuando él se pare. No peguemos
tirones. La idea es muy simple: se trata de pasear con el perro como si
paseáramos con un amigo.
- Realizar
alrededor de tres paseos diarios: aunque el lugar de residencia sea una
casa con jardín, el perro debería poder dar algunos paseos diarios por la
calle para poder explorar zonas distintas a las conocidas y para poder
relacionarse con otros perros y personas. Dependiendo de la edad y de la
salud del perro, el número y la duración de las de salidas varían. No hace
falta que los paseos sean muy largos. De hecho, si tenemos un cachorro,
los paseos no deberían durar más de diez minutos.
- Salir
de casa sin mucha excitación: si animamos mucho al perro antes de salir es
muy probable que éste se muestre excitado en exceso y salga de casa de
forma alocada y sin fijarse en nada o tirando de la correa. Si salimos de
forma más sosegada, le ayudaremos a estar más relajado y a sentirse mejor.
Se pueden elegir calles u horas especialmente tranquilas que ayuden a
disminuir la excitación.
- Elegir
zonas de paseo variadas: algunos perros van mirando, otros muy atentos a
los sonidos, otros olisqueando buscando olores interesantes… cada perro
tiene sus gustos, pero a todos les resulta estimulante cambiar de zona de
vez en cuando, oler, ver, oír y sentir cosas diferentes a las conocidas.
Una buena idea es hacer alguno de los paseos al gusto del perro, dejar que
sea él quien elija por donde ir. No olvidemos que el paseo es para el
perro.
- Realizar
paseos no excesivamente largos: cuando permitimos que los perros usen sus
sentidos a su manera, empezamos a descubrir cuántas cosas (que a veces nos
pasan desapercibidas) les resultan interesantes y estimulantes. Los
cachorros y los perros jóvenes están procesando continuamente toda la
información nueva que les llega al cerebro y se acaban cansando mucho. Los
perros mayores también se cansan mucho físicamente. No esperemos a que
estén exhaustos para regresar a casa. Si el paseo se va a alargar debemos
prever alguna pausa para que descansen y beban. Los cachorros muy jóvenes
no deberían caminar más de diez o quince minutos seguidos, sobre todo si
hace mucho calor o mucho frío.
- Llevar
unos cuantos premios en el bolsillo: nos servirán para desviar la atención
de nuestro perro si hay cosas en la calle que preferimos que eviten.
Podemos asociar la llegada del premio con alguna palabra o sonido
entrenado previamente en casa o en sitios tranquilos sin distracciones.
Pasear de forma relajada con los perros es
una necesidad para ellos y un placer para todos. Aprendiendo a llevar la correa
floja ayudaremos a nuestro perro a relajarse, a descubrir cosas y a interactuar
de forma agradable con otros perros y personas. Cuando comprendemos lo
importante que resulta para el perro poder investigar, oler, mirar y sentir a
su ritmo, y cuando le ayudamos a que lo haga sin imponerle nuestros gustos y
nuestras prisas, los paseos se convierten en momentos muy satisfactorios y
apreciados tanto para el perro como para el dueño.
Agradecimiento: a Cristina Muro (http://www.aepa-euskadi.org), por permitirme publicar su artículo
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