sábado, 19 de junio de 2010

Perros y niños: casos de mordeduras

En las últimas semanas los periódicos, televisiones, redes sociales y demás medios de comunicación han recogido tristes noticias de casos de mordeduras de perros a niños. En algún caso el desenlace ha sido trágico. En los demás casos ha sido necesaria asistencia médica y quirúrgica. ¿Se trata acaso de noticias puntuales? ¿Son una excepción?. Lamentablemente no. Como tantos otros acontecimientos, de vez en cuando toman las primeras páginas de los periódicos, redes sociales y telediarios, pero a lo largo del año se producen muchos más casos que no saltan a primera línea. Y en todos los países pasa lo mismo. Quizás sea en Estados Unidos, donde se ha profundizado más sobre este tema; hasta el punto de que existen asociaciones cuya finalidad es la de concienciar a la sociedad de estos ataques, por medio de campañas de información y educación, para evitar se produzcan estos tristes accidentes. El análisis que se puede realizar,  de estas mordeduras de perros a niños es el siguiente:

-La mordedura se produce sobre todo en la cabeza, torax o extremidades del niño.
-En la mayoría de los casos, se trata de un perro de la familia, o conocido de la familia.
-Los niños que sufren el mordisco son menores de 9 años (según qué estudio manejemos, la edad media son 5 o 6 años).
-Cuando sucedió el accidente, el niño y el perro estaban sólos, sin ninguna persona mayor que les supervisase.

¿Por qué el perro actuó así?
En primer lugar hay que señalar que, como dice Cesár Millán, el perro no piensa, sólo reacciona. El perro sólo entiende el lenguaje canino. Y muchas veces el niño que quiere jugar y tocar al perro, no conoce el lenguaje canino, por lo que no toma en cuenta las advertencias que le está enviando el perro con su lenguaje corporal, de "déjame tranquilo,", "no te acerques", "tengo miedo", "te considero peligroso", "me estás molestando". El perro puede morder por miedo, para defender su territorio, su comida, para parar lo que considera una "agresión" o intento de acceder a un status superior por encima del perro.....
Dado que no hay reacción por parte del niño, al perro no le queda más remedio que elevar el nivel de respuesta llegando al mordisco.
Otras veces, la situación se produce por el alto nivel de instinto de presa que tienen determinados perros. Se trata de perros que son una auténtica bomba de relojería dado que no han sido enseñados convenientemente por sus amos a reaccionar con naturalidad a determinados estímulos. En estos casos, perros sin dominio ninguno por sus dueños, se encuentran en situaciones que despiertan su instinto de presa. Este instinto se ve potenciado por la verdadera imagen de presa que les ofrece un niño con sus cabriolas, movimientos rápidos e imprevisibles, chillidos, carreras......

¿Cuáles son las conclusiones?
Una regla de oro: NUNCA, JAMAS, debe dejarse sólo a un niño con un perro, por muy de la familia que sea. Siempre han de estar bajo control y vigilancia por un adulto, tanto el niño como el perro.
Además hay que enseñar a los niños el lenguaje canino: no mirar al perro a los ojos; no hacer movimientos rápidos; no dirigirse directamente y corriendo al perro; no molestar al perro cuando está comiendo, cuando está durmiendo; saber leer en un perro cuándo es amigable y cuando está tenso o estresado; pedir permiso al dueño de un perro para saludarle, y cuando esté concedido, dejarse oler primero la mano antes de acariciarlo........
Otro aspecto fundamental es la responsabilidad de los amos de mascotas. Tienen que ser capaces de controlar perfectamente al perro, socializarlo adecuadamente y acostumbrarle a esas situaciones potencialmente explosivas, atendiendo al perro en cuestión, su carácter y su raza, dado que todos estos factores influyen decisivamente.

¿Y qué hacer cuando un perro por la calle se dirije directamente contra un niño o directamente contra nosotros?
Pues depende qué esté comunicando el perro, pero consejos siempre válidos son no mirarle a los ojos, hacer señales de calma (torcer la cabeza, bostezar, hacer una curva en nuestro camino, de forma que no vayamos directamente hacia el perro, relentizar los movimientos, no salir corriendo ni chillando ni agitando los brazos.....) y por supuesto quedarse quieto.

¿Y si ya se desencadenó el ataque ?
Recomiendan los expertos encogerse en el suelo, tapándose con las manos las orejas, y permanecer así, quietos, hasta que el perro se marche. Es más fácil decirlo que hacerlo, pero así se aplaca el instinto de presa y ataque del perro.

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