Educar a un perro no es esperar que cometa un error, para luego corregirle. Eso crea frustración y miedo en el perro.
Educar es evitar que el perro cometa errores y premiarle mientras se porta bien.
Todos los que tenemos perro lo hemos llevado a casa esperando que sea un compañero de por vida, y que siga nuestros pasos, vayamos donde vayamos. Un compañero fiel que nos entienda cuando tenemos estrés o cuando estemos tristes y que se adapte a cualquier situación de nuestra vida diaria.
Lo que muchos no sabemos: ¡Todos tenemos el mejor perro del mundo!
Me pregunto: ¿por qué muchos complican tanto la educación de su perro?
Todos cometemos errores y luego nos damos cuenta que el perro iba por buen camino y ya lo sabía casi todo, antes que nosotros.
Empecemos con la educación del cachorro:
Una perra cría a sus cachorros en un sitio seguro. Pueden moverse libremente, jugar, aprender y solamente tienen que seguir unas reglas claras establecidas por la madre.
Cuando el cachorro viene a nuestra casa, su vida cambia drásticamente. De repente hay cientos de tabúes.
Los huesitos de piel de vaca son para jugar, pero mordisquear los zapatos de diseño (del mismo material) provoca un grito de indignación y un ¡NO! muy fuerte del dueño.
Dudo mucho que un cachorro de pocas semanas de edad sea capaz de entender la diferencia entre un hueso y un zapato de piel.
Mientras estuvo con sus hermanos y con su madre, hacer pis en la habitación donde vivieron estaba bien, en cambio hacer pis en el salón de su nueva casa provoca un castigo desmesurado por parte del dueño.
Jugando en camada, el cachorro aprendió a ‘ganar’ un juguete y llevárselo corriendo. Lo defendió gruñendo a cualquiera de sus hermanos que se acercaba para quitárselo.
Si hace lo mismo con su nuevo dueño, mientras éste se acerca para quitarle el trapo de la cocina que acaba de ‘ganar’, se le acusa de ser agresivo y dominante.
Por supuesto debemos enseñarle a nuestro perro desde el principio nuestras reglas y los límites que vamos a establecer. Un perro debe hacernos caso y respetarnos, debe saber que nosotros tomamos las decisiones.
Pero, ¿es necesario castigar al perro por hacer ciertas cosas? ¡No! No es necesario que el cachorro tenga malas experiencias asociadas con nosotros.
Si tenemos un niño pequeño en casa, es evidente que los estantes a su alcance están vacios, que los armarios están cerrados y que no hay nada por el suelo que pueda ser peligroso para el niño.
Si le quitamos al cachorro el calcetín de la ropa sucia por décima vez, y nos enfadamos con él, lo único que aprende éste es que, al encontrarse algo fascinante, nos tiene que tener muy vigilado –ya que la única manera que tiene para descubrir cosas nuevas es hacerlo a nuestras espaldas-.
¿Quién no conoce al perrito que nos pasa corriendo a toda velocidad, con algo colgando de su boca?
Y al oírnos –ya ligeramente irritados– decir: ‘¿Qué es lo que tienes allí?’, huye y se esconde en un rincón lejano.
¿Y entonces?
Nada más llegar el cachorro a un sitio seguro con su nuevo descubrimiento, vamos nosotros detrás de él, le sacamos por debajo del sofá y le quitamos su ‘tesoro’. Ese momento, para el cachorro, será cómo el fin del mundo.
El había superado su miedo, se había acercado a un objeto amenazador, y se le regaña por su ‘espíritu de conquistador’. Para colmar esto, al huir -por miedo- a un lugar seguro, se le castiga por su comportamiento.
En algún momento, cuando ‘dejamos las cosas claras’ (lo que nosotros consideramos un tono algo serio, para el perro puede ser una amenaza), un perro miedoso empezará a echarse al suelo de manera sumisa (Y pensamos: ‘¡Ah, se siente culpable!’)
y… ¿qué hace el perro que tiene más autoestima?
El, al verse arrinconado con su ‘tesoro’, algún día ya no verá otra opción que defenderse.
Para los perros solo existen tres opciones al sentirse amenazados: huir, atacar o comportamiento de sumisión pasiva.
Pero no es necesario que el perro aprenda de sus errores. Es posible quitar de en medio todas las cosas que puedan provocar un comportamiento no deseado.
Todos aprendemos mucho mejor y con más alegría si solamente hay experiencias positivas y recompensa.
Entonces, ¿para qué usar el método ‘ensayo / error’ en el aprendizaje?
No hace falta provocar que se equivoque. El perro siempre mostrara su comportamiento típico y previsible. Si le conocemos a él y a su especie, es fácil enseñarle a hacer las cosas bien desde el principio.
Me parece obvio que no es fácil ser un perro, si miramos al mundo a través de los ojos de un cachorro recién llegado a una casa extraña.
Aunque no debe de ser difícil para nosotros establecer unas pautas y reglas fijas que faciliten al perro orientarse en este mundo extraño al que acaba de llegar:
10 REGLAS PARA LA CONVIVENCIA AGRADABLE CON NUESTRO PERRO
CALMA Y COHERENCIA
Nunca pierdas el control sobre tí mismo, intenta que tus acciones y reacciones siempre sean coherentes y de forma decidida. Actúa de manera calma y coherente. No grites y no uses el castigo físico.
Sé consecuente en tus reglas. Si se establecen, se deben mantener sin cambios.
IGNORA EL MAL COMPORTAMIENTO Y PREMIA EL BUENO CON ATENCION
‘Ignorar’ significa ningún contacto con el perro, sea físico, verbal o visual.
El perro intenta conseguir nuestra atención con el mal comportamiento, el peor ‘castigo’ para él será, pues, que le ignoremos.
En caso de que el perro haga sus necesidades en casa, es imperativo que lo ignoremos, que él no nos vea prestar ninguna atención a su ‘regalo’.
Limpiaremos el suelo aprovechando que otro miembro de la familia saca el perro a la calle para evitar que éste note algún interés por nuestra parte.
Hablando de cachorros, es muy importante no regañarle al cachorro cuando hace pis en sitios donde no debería hacerlo. Hasta los seis meses le resulta difícil controlar su vejiga. Aprenderá más rápido si le enseñamos alegría y premiamos con comida, cuando lo hace en un sitio adecuado.
Para eso, se le lleva (en brazos) a la calle, nada más despertarse y después de comer y beber, y se le coloca en siempre el mismo sitio. Allí va a hacer pis, ya que después de haber dormido tendrá ganas. Se le premia con un poco de comida y después le damos su paseo.
Así el perro aprende a hacer sus necesidades en el principio del paseo y no asocia el hacer pipí con tener que volver a casa.
Y lo más importante: no estresarse con el tema. Todos lo aprenden.
NO SALUDAR EFUSIVAMENTE AL PERRO AL VOLVER A CASA
Si no queremos que el perro salte o se nos suba encima, al volver a casa, no podemos saludarle de manera efusiva al entrar por la puerta. Si entramos sin hacerle mucho caso, aprenderá dos cosas: en la puerta ‘no se saluda’, sino más tarde, y se saluda de manera tranquila, sin saltar.
NO DESPEDIRSE DEL PERRO AL SALIR DE CASA
Le puede crear estrés, ya que nosotros damos mucho énfasis a la salida de casa.
Si nos vamos sin despedirnos o mostrarnos tristes, como si marcharnos solos fuera la cosa más normal del mundo, el perro no se pondrá ansioso por nuestra ausencia.
Si hay que dejar a un cachorro unas horas solo, durante el día, es mejor no dejarle toda la casa abierta, pero dejarle en una habitación segura, donde no puede destrozar nada en su fase de ‘mordisquearlo todo’.
LA COMIDA
Intentemos hacer la hora de la comida divertida para el perro. Se puede usar el pienso como premios para practicar unos ejercicios o habilidades con él.
Podemos ‘esconder’ la comida en diferentes habitaciones, y dejar que el perro la busque. Así logramos cansar al perro mentalmente y físicamente.
Y además, se puede llenar un juguete interactivo como el KONG con pienso remojado, para estimular el perro a entretenerse un rato, mordiendo un objeto ‘permitido’.
Para practicar la llamada desde el primer día, recomiendo repetir la palabra elegida cada vez, que le damos al perro su comida en su plato. Así aprende que al escuchar ‘AQUÍ’ tiene que venir corriendo porque vamos a darle algo rico para comer.
LOS JUGUETES
El perro no debería tener todos sus juguetes a su alcance. Los juguetes son nuestros y los ofrecemos al perro durante períodos determinados del día, cuando nosotros iniciamos un juego interactivo con el perro. El juego debe siempre ser iniciado y terminado por nosotros, y debe ser educativo. Los juguetes también se pueden usar como premio en los ejercicios como el ‘ven’ o el ‘busca’. En vez de simplemente tirar la pelota, la podemos esconder y hacer un pequeño juego de rastreo con nuestro amigo.
Los únicos juguetes que son ‘propiedad’ del perro son los interactivos o masticables (hueso de piel, Kong, etc.)
EL PERRO NECESITA UN TRABAJO
Cada miembro de una manada ‘natural’ tiene, además de un puesto, un trabajo, sin este trabajo se sentiría inútil.
Debemos darle un trabajo a nuestro perro para enseñarle que es un miembro útil y valorado de la familia.
Este ‘trabajo’ puede ser buscar cosas escondidas en la casa, recoger objetos ‘caídos’ al suelo, acompañarnos a la compra, y –por supuesto– acompañarnos en nuestros largos paseos diarios.
Cada perro tiene un ‘trabajo’ preferido, según su tipo y su temperamento.
Una de las ventajas del cachorro es que está biológicamente ‘programado’ para aprender muchas cosas en poco tiempo. Si lo hacemos bien, y le enseñamos con refuerzo positivo y alegría, en secuencias cortas de pocos minutos, educaremos a un perro que nos pide aprender y trabajar.
Depende de nosotros ahora, guiar el cachorro hacia ser un perro educado, contento con su ‘puesto’ en el equipo.
EL ‘SITIO’ DEL PERRO
El perro es un mamífero altamente sociable que necesita vivir en grupo. La evolución le ha hecho así y si le condenamos a una vida solitaria, siempre sufrirá y mostrará comportamientos poco normales para su especie.
A mí personalmente me parece muy importante que el perro durante su infancia pueda dormir en el dormitorio, al lado de la cama de su dueño.
Al separarle de sus hermanos, el cachorro se queda completamente sólo por primera vez en su vida. Esto es antinatural, ya que en una vida más natural, el cachorro no se llega a despegar de su camada hasta que cumple unos seis meses de edad.
Por eso es importante que le demos al cachorro la seguridad de no estar solo, por la noche,para no causarle trastornos de miedo o ansiedad.
Lo mejor es acostarle en un transportín con una manta, al lado de la cama. Así, cada vez que el cachorro muestra miedo, podemos bajar la mano, sin acariciarle, ni hablarle, pero dándole la seguridad de nuestra presencia.
De esta forma también hay más control sobre el cachorro. No llegará a destrozar nada durante la noche, andando libremente por casa. También se le puede controlar muy bien a la hora de tener que hacer pis o caca, ya que en su cama no lo hará. Nos pedirá levantarnos para llevarle a su sitio, donde –al haberlo hecho allí– le podemos premiar y así establecer un sitio fijo para estas cosas.
CUIDADOS
Cepillado:
Es muy importante practicar el cepillado diario ya mientras los perros sean pequeños.
Cogemos un cepillo muy suave y en la fase tranquila del perro, cuando está cansado y quiere dormir, justo después del juego, le pasamos durante muy poco tiempo el cepillo, hablándole suavemente y dándole premios.
Veterinario:
Recomiendo hacer visitas frecuentes a la clínica veterinaria, sin hacerle nada al cachorro. Solamente entrar en la clínica, saludar al veterinario y darle un premio al perro. Así aprende que ir al veterinario no significa nada negativo y no cogerá miedo al sitio.
Paseos:
Los paseos de un cachorro deben ser cortos y frecuentes, para estimularle a hacer sus necesidades en la calle.
Calculamos aproximadamente 5 minutos de paseo por mes de vida del cachorro, en cada uno de los 6 o 7 paseos diarios.
A partir de los 8 meses podemos ya alargar los paseos y el perro adulto debe tener unos 5 paseos diarios, dos de ellos de entre 30 minutos y una hora, y tres de ellos un poco más cortos.
Durante los paseos con el cachorro, desde el primer día, tenemos que educarle a no tirar de la correa.
Los perros no tiran de la correa, sino que lo aprenden. Se lo enseñamos nosotros.
Cuando el cachorro es pequeño, nadie se preocupa por que tire, ya que es pequeño y no tiene mucha fuerza. Pero es ahora cuando lo aprende para toda la vida.
Lo que aprende ya a muy temprana edad es: ‘Para llegar a un sitio, tengo que tirar de la correa. Cada vez que tiro mucho, consigo llegar donde quiero ir.’ Además, nosotros también tenemos mucha tendencia de tirar de la correa, para llevar el perro de un sitio a otro, o para conseguir que deje de oler en un árbol. Desde muy temprano nuestros perros aprenden que la correa es para tirar de ella desde ambos extremos.
Luego, cuando el perro crece y se hace más fuerte, nos damos cuenta del problema que tenemos.
Le culpamos a él y le castigamos -por algo que nosotros le hemos enseñado-. Usamos collares de estrangulamiento o con pinchos para 'quitarle esa manía', o simplemente aguantamos y dejamos que el perro se haga serio daño en las partes sensibles del cuello (tráquea y cervicales) a lo largo de los años.
Durante los primeros paseos del cachorro, es mucho más fácil pararnos cada vez que notemos que la correa se tensa, y solamente seguir adelante cuando la correa está floja.
EL CACHORRO Y EL COCHE
Desde el principio debemos acostumbrar al cachorro a ir en coche, ya que le puede dar miedo o incluso se puede marear.
La manera de viajar más segura y cómoda para el perro es en su transportín. Es un espacio reducido. Evita que el perro se tenga que agarrar en las curvas y es un sitio que él ya conoce.
No recomiendo llevar el perro en coche solamente para llevarle al veterinario, ya que al poco tiempo no se querrá subir.
Es mejor llevarle cada día durante cinco minutos hasta un parque y darle un paseo allí. De esta manera, asociará pronto el coche con actividades agradables.
Tenemos que recordar que nuestro fiel amigo nos va a acompañar durante muchos años. Si desde el principio le educamos bien con la ayuda de algunas sencillas pautas, tanto nosotros como el perro disfrutaremos plenamente de la convivencia perro-humano.
Agradecimiento: a Enrique Solís (www.lealcan.com) por permitirme publicar el artículo.
2 comentarios:
Muy buenos consejos para ayudarnos a educar y criar a nuestros perros.
Un saludo Polli y Nusk
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