Es indiscutible el papel y la importancia del animal
de compañía, principalmente perros y gatos, en toda sociedad moderna y
civilizada.
Una convivencia hombre-perro de más de 10.000 años no
puede ser cuestionada de golpe y plumazo a consecuencia de unos desgraciados
accidentes, pasando de ser “el mejor amigo del hombre” a auténticos proscritos,
como viene sucediendo en estos últimos años.
Como prueba de la existencia desde siempre de ciertos
incidentes en esta relación, decía una máxima periodística que “perro muerde a
hombre” no era noticia, sino al revés, “hombre muerde a perro”.
Los actuales medios de comunicación se han encargado
de invertir esto realizando una información sensacionalista y, en la mayoría de
los casos, lejana de la realidad.
Pacto hombre-perro
El perro y el gato son las únicas especies animales
que el hombre primitivo no sometió por la fuerza en el proceso de
domesticación, sino que estableció una relación de mutuo interés; los
primitivos cánidos ayudaban al hombre vigilando los poblados y colaborando en
la caza, aprovechándose por su parte estos animales de la seguridad que les
proporcionaba el hombre frente a otros depredadores y obteniendo comida fácil
en los desechos y sobras de la caza.
El perro es un depredador con unas características que
lo han hecho especialmente útil para el ser humano, cumple con importantes
misiones en la caza, en salvamento, en labores de guardería, en auxilio de
discapacitados, en terapias de enfermos y por supuesto, su valor como animal de
compañía es indiscutible.
La agresividad es un rasgo comportamental normal en el
perro como mecanismo protector al ser amenazado o competitivo ante su
territorio, la comida o la pareja. Si esta conducta se vuelve excesiva o
incontrolada, es cuando el animal podrá resultar peligroso.
Violencia en la Sociedad
La agresividad con los perros de ciertos colectivos no
es un hecho independiente de la “agresividad social” que parece invadirlo todo:
la violencia en el deporte (fútbol), en los radicales de la política, los
brotes de xenofobia, la denominada “violencia doméstica”, incluso el
“botellón”, son sólo algunos aspectos exponentes de la falta de educación,
respeto al prójimo e incluso de violencia intrínseca de las sociedades
actuales.
En palabras de Ray Butcher, Presidente de FECAVA
(Federación Europea de Asociaciones de Veterinarios de Animales de Compañía),
…debemos preguntarnos si la raíz principal del problema está relacionada con
los perros por sí mismos o a aspectos más complejos secundarios al ambiente y
la cultura social. El problema es que ¿la gente posee perros peligrosos o más
bien es que algunos perros son propiedad de gente peligrosa e irresponsable?.
Existen por ejemplo claras conexiones entre peleas de
perros y crimen organizado o entre perros peligrosos y delincuencia en general.
La prohibición de una determinada raza simplemente conlleva el cambio a otra,
continuando con sus actividades, como ya ha sucedido en Gran Bretaña a
consecuencia de la “Dangerous Dog Act” de 1991.
Es difícil imaginar que los responsables de
determinadas conductas antisociales puedan preocuparse de atender a las
necesidades de los animales de compañía, evitando perjudicar a sus
conciudadanos. A la hora de legislar debemos ser conscientes de nuestras
limitaciones, evitando crear una mayor presión sobre los “buenos ciudadanos”,
mientras los auténticos responsables incumplen sistemáticamente toda normativa.
Tenencia responsable
Todo ello no debe restar en absoluto importancia al
problema de las agresiones a las personas, algo que debe preocuparnos y ser
atendido con el mayor interés por todos los implicados, criadores de perros,
comerciantes, adiestradores, veterinarios, la Administración y
fundamentalmente, por los propietarios de los animales.
Para evitar los problemas, hasta cierto punto lógicos
de esta convivencia, es imprescindible la integración plena de estos animales,
independientemente de su raza o características físicas, así como su control en
la vía pública y en sus alojamientos.
La “tenencia responsable” de todo animal de compañía,
debe ser el eje sobre el que se dictaminen los pasos a seguir para tratar de
raíz los problemas de convivencia con los animales, tanto desde el punto de
vista del bienestar animal (abandonos, crueldad, etc.) como fundamentalmente,
frente a la sociedad en general (agresiones, ladridos, molestias al resto de
ciudadanos, animales que se fugan, suciedad en la vía pública, etc.).
Distintos estudios manifiestan que en su gran mayoría
las denuncias de los ciudadanos son interpuestas por ruidos o suciedad, siendo
aquellas motivadas por agresiones muy escasas.
¿Razas peligrosas?
Se ha intentado identificar de forma concluyente las
razas o tipos de perros más peligrosos, no obteniéndose resultados concluyentes
en ningún caso. No existen razas claramente peligrosas, la agresividad es una
característica principalmente individual, con un cierto grado de influencia
genética, pero con una importancia mucho mayor de la educación y socialización,
como veremos después.
La raza no es un factor que nos permita predecir con
un mínimo de garantías esta conducta, al igual que sucede con las características
físicas, que han intentado recoger en determinadas normativas. Cualquier animal
con un tamaño y peso suficiente podría resultar conflictivo.
En la propia exposición de motivos de la Ley 50/1999
se indica que “…la peligrosidad canina depende tanto de factores ambientales
como de factores genéticos, de la selección que se haga de ciertos individuos,
independientemente de la raza o del mestizaje, y también de que sean
específicamente seleccionados y adiestrados para el ataque, la pelea y para inferir
daños a terceros. Así, perros de razas que de forma subjetiva se podrían
catalogar como “peligrosos” son perfectamente aptos para la pacífica
convivencia entre las personas y los demás animales, incluidos sus congéneres,
siempre que se les hayan inculcado adecuadas pautas de comportamiento y que la
selección practicada en su crianza haya tenido por objeto la minimización de su
comportamiento agresivo.”
Continúa más adelante indicando que “…el concepto de
perro potencialmente peligroso expresado en la presente Ley no se refiere a los
que pertenecen a una raza determinada…
La definición de “perro potencialmente peligroso” que
figura en todas las legislaciones, debería huir de razas o tipologías como lo
demuestran todas las estadísticas de siniestralidad.
Las listas más amplias de razas peligrosas en la
normativa, nunca han incluido más de un 15-20% de las agresiones. Estas listas
son muy diferentes en la normativa de cada uno de los países o incluso en
regulaciones comunitarias o locales, tanto en las razas que lo componen como en
el número de las mismas, incluyéndose desde tan sólo 1 ó 2 hasta 14 razas.
La única raza que se repite con mayor frecuencia son
los “Pit bull”, si bien en este caso sería necesario hacer algunas precisiones.
Esta raza o
agrupación de perros tiene su origen en las peleas y por ello es la preferida
por colectivos con estas perversas aficiones y por delincuentes que buscan
animales para hacerlos agresivos. Ello desviaría de forma importante las
estadísticas de siniestralidad. Sucedería lo mismo que en los accidentes
automovilísticos si, como reza el tópico, los jóvenes prefieren los coches
pequeños, deportivos, rojos con muchos caballos de potencia y fruto de ello
aparece una mayor siniestralidad; entonces ¿serían realmente “vehículos
peligrosos” precisando permisos especiales, o por el contrario la
responsabilidad recaería en los conductores?
Pueden manejarse multitud de datos estadísticos que,
aun con las imprecisiones que en este tema entrañan, indican que el factor raza
no es en nuestro entorno pronóstico de peligrosidad.
En Francia en 10 años se produjeron 7 muertes de
personas viéndose implicados 9 Pastores alemanes o cruces de estos, 1
Rottweiler, 1 perro de caza y 1 mestizo.
En España los
perros que históricamente se han visto más implicados en siniestros graves han
sido Pastores alemanes, mastines y cruces de estos. En la actualidad se han
producido accidentes con Rottweiler, Pit bull o Dogo argentino. La explicación
es clara, los Pastores alemanes y sus cruces son la raza con mayor número de
ejemplares en nuestro entorno y a medida que se popularizan otras, son también
responsables de accidentes.
Distintas estadísticas municipales ofrecen datos como
que un 30% de las agresiones de cualquier tipo son producidas por mestizos, un
20 % por Pastores alemanes y cruces, un 5% por Rottweiler, un 2% por Boxer,
Doberman, Mastín, Pastor Belga, Pit bull y menos de un 1% por el resto de
razas, estando la mayoría representadas. Existen estudios que destacan la
implicación en accidentes, de los perros utilizados en trabajo y deporte,
posiblemente fruto de su adiestramiento.
La prohibición de las razas no afecta a los colectivos
violentos puesto que en muchos casos se mantienen en la clandestinidad, o
cambian a otras razas con los mismos resultados o incluso se continúa con la
cría de por ejemplo “Pit bull terrier” pero sin su aspecto físico, lo que los
hace pasar inadvertidos. (Las denominadas líneas de trabajo o incluso los ejemplares
utilizados en peleas, no presentan el físico tan espectacular de otros
ejemplares, siendo animales de gran resistencia física, con agresividad muy
potenciada, pero pasando físicamente en muchos casos inadvertidos)
Agresividad por dominancia
La “agresividad por dominancia” es una de las
principales causas de agresiones en los perros; se produce en el interior del
núcleo familiar y se dirige en muchos casos hacia los niños. Esta patología del
comportamiento se produce como consecuencia de un conflicto jerárquico en el
que el perro no acepta la autoridad de uno o varios de sus dueños. En el
momento en que el animal se ve cuestionado en alguno de sus privilegios,
muestra una conducta agresiva que puede variar desde un simple gruñido hasta
una grave mordedura. Los niños son especialmente vulnerables ya que pueden
provocar con sus juegos la agresividad del perro, no siendo conscientes de los
gestos previos del animal o avisos y además, porque debido a su pequeño tamaño,
las lesiones suelen ser en cabeza o cuello lo que entraña mayor gravedad.
Ninguna de las medidas tomadas en la legislación
previene este tipo de ataques que generalmente se producen en el hogar. La
única manera de atajarlos es mediante una correcta socialización del cachorro,
una selección de los ejemplares para eliminar esta patología y fundamentalmente
con información hacia los propietarios.
Normativa en otros países
Las normativas publicadas con anterioridad en otros
países y de las que son copia las nuestras, han demostrado su total ineficacia,
habiendo sido ya derogadas en muchos casos. La pionera “Dangerous Dog Act”
británica hace agua por todas partes, por la indefinición de los perros
peligrosos, implicaciones en el bienestar animal, vulneración de los intereses
de multitud de honrados propietarios, la continuación igual que estaba del
mundo clandestino de las peleas, la existencia de “pit bull” sin aspecto de
“pit bull” y así un largo etcétera.
En Alemania cada región tiene sus Leyes, con listas de
razas que van de 3 a 13 según los Estados, habiendo sido en la actualidad
derogadas en muchos lugares.
La Ley francesa
de la que emana nuestro Decreto 287/2002, fue modificada tan sólo 3 meses
después de haber sido promulgada, debido a la presión social.
En Suecia se
prohíben sólo los híbridos de lobo, en Holanda los Pit bull, ….
Si el problema real de la agresividad canina fuera
posible atajarlo con listas de razas o tipos de perros, ¿no sería lógico que
estas listas coincidieran aproximadamente en todos los países?. Por desgracia
podemos asegurar que la mayor parte de las veces las leyes han sido tramitadas
apresuradamente en respuesta a la presión de los medios de comunicación y a
pesar de oposiciones muy significadas de sectores profesionales implicados.
Las autoridades de Bélgica se han convencido de que
las leyes de razas específicas no son capaces de proporcionar soluciones, no
estando prohibida ninguna. En su lugar se crearon una serie de grupos de
trabajo multidisciplinares para investigar el problema de la agresividad y la
seguridad pública, salud pública, el manejo de los perros en la sociedad, los
criaderos y comercios, las técnicas de adiestramiento y el tratamiento de las
patologías de conducta.
Perros peligrosos
El colectivo veterinario es partidario de Leyes
sensatas que controlen los problemas de convivencia con los animales, y en este
sentido, el Decreto sobre perros potencialmente peligrosos tiene muchos
aspectos de gran interés. En donde todas las normativas fracasan es el intento
simplista de incluir a un determinado número de razas o de tipo de perros.
Deberíamos ponernos de acuerdo primero sobre ¿quién
puede ser considerado un perro peligroso o potencialmente peligroso? y por lo
tanto aplicarle la normativa. Por todo ello la definición de “perro
potencialmente peligroso” debería huir de razas o tipologías. Animal peligroso
debería ser considerado a aquel que muestre signos de serlo por su conducta o
que haya tenido algún episodio previo de agresión, o que haya sido adiestrado
para el ataque. En este apartado se abre un importante capítulo que son los
denominados “test de aptitud” que permiten valorar la conducta de un perro en
distintas situaciones de convivencia diaria y, en función de su resultado,
decidir si un ejemplar es o no apropiado para vivir en Sociedad y hasta qué
grado.
La Administración debe potenciar y poner los
medios para que estos test se generalicen a partir de una determinada edad
(12-18 meses), realizados por profesionales capacitados (veterinarios etólogos)
auxiliados por adiestradores y así conocer con precisión los “perros
potencialmente peligrosos” reales, basados en pruebas fiables. La importancia
de los ataques de los perros a otros miembros de su especie, aun siendo mucha,
no es comparable con las agresiones al ser humano y deberían diferenciarse. Una
vez identificado el problema exijamos en estos casos el cumplimiento de una
normativa oportuna que evite riesgos a la sociedad.
Socialización del cachorro
Multitud de estudios demuestran que la principal arma
para evitar la agresividad y otras conductas inadecuadas de los perros es la
correcta “socialización de los cachorros”, consistente en criar al animal en un
entorno adecuado, con contacto con distintas personas y así permitirle
adaptarse a múltiples situaciones variables.
Esto le permitirá por ejemplo aprender a controlar la
agresividad desde muy pequeño si muerde y provoca dolor a su madre, hermanos o
a su dueño, a no tener miedo a los sonidos, a confiar en las personas y muy
especialmente a los niños, etc. Es en definitiva el momento de acostumbrarse a
“personas, cosas o situaciones” de su entorno; puesto que aquellas experiencias
que no se produzcan durante este periodo, serán más difíciles de tolerar en un
futuro por el perro adulto.
Si no existe contacto con personas u otros perros,
este animal de adulto será agresivo con los individuos de su propia especie y
podrá resultar agresivo o tímido con las personas.
Un cachorro
criado de forma aislada con escaso o nulo contacto con el exterior y con las
personas, nunca tendrá un carácter equilibrado, salvo raras excepciones,
pudiendo resultar agresivo o tímido. En este momento está la génesis de un
futuro animal desequilibrado y peligroso. Las normativas que restringen el
acceso a la vía pública de los animales son generadoras de futuras conductas
indeseables en los animales.
Un aspecto importante que es preciso aclarar a la
población en general, motivado por la sistemática desinformación de los medios
de comunicación en este tema, es la inexistencia de perros que “de repente” se
vuelven locos o agresivos y atacan a las personas.
Detrás de cada incidente existe una mala crianza, un
animal desequilibrado o una serie de circunstancias que conducen a ese
desgraciado suceso. Los propietarios de un perro equilibrado, con una buena
convivencia familiar y que nunca ha manifestado signos de violencia, deben
estar tranquilos sabiendo que u perro en absoluto es peligroso sea de la raza
que sea.
En el pasado se han regalado, eutanasiado o abandonado
muchos perros con una conducta intachable a consecuencia de la psicosis creada
por los medios de comunicación y la desinformación de los propietarios.
Errores del Decreto 287/2002
La principal oposición de nuestro colectivo, como
creemos que ha quedado suficientemente clara y justificada, es la referida a la
definición del grupo de perros potencialmente peligrosos a los que se les
aplica la normativa. La mayoría de las obligaciones en él recogidas nos parecen
acertadas si se dirigen a los verdaderos responsables del problema. En
cualquier caso existen algunos aspectos a destacar:
El Decreto, con sus medidas de control, fomenta la
antisocialización de un elevado número de perros, siendo por ello responsable
de problemas futuros.
El aislamiento de los animales es la mejor forma de
conseguir que estos sean tímidos, agresivos, incontrolables en la vía pública
y, en definitiva, candidatos a futuros problemas.
Deberían diferenciarse las normas de tenencia de
perros en la etapa juvenil del control de animales adultos, tan importante para
su futura conducta y permitir una cierta interacción con el entorno y las
personas.
El uso permanente del bozal es responsable de
trastornos de conducta (ansiedad) así como de riesgos para la salud del propio
perro (golpe de calor). Además en la mayoría de los casos es innecesario pues
prácticamente no existen accidentes ni agresiones de animales sujetos por su
dueño con la correa. (Todos los accidentes graves se producen con animales
sueltos, descontrolados)
Soluciones
Intentar solucionar aspectos puntuales conduce
inexorablemente al fracaso. La educación de los ciudadanos es fundamental en la
convivencia en nuestras ciudades y no lo es menos en el caso de los animales de
compañía.
El ejemplo de enfoque multidisciplinar belga parece
que podrá conducir por el buen camino, y deberemos estar pendientes de sus
conclusiones. La implicación de todos los estamentos relacionados con el
problema se puede plasmar en propuestas que deberían incluir:
-Legalización de los criadores y obligación de
realizar una selección de la cría contra la agresividad. Todos los
reproductores deberían superar los test de aptitud. Tanto ellos como los
comerciantes informarán a los nuevos propietarios de las características de su
animal y de la importancia de una correcta socialización.
-Control de los adiestradores, evitando la
potenciación de la agresividad y facilitando la socialización de los animales.
Los veterinarios deben potenciar la tenencia
responsable y la socialización de los cachorros desde sus primeras visitas.
Fruto del contacto estrecho con el cachorro podrán detectar conductas
indeseables y modificarlas.
-Los propietarios recibirán información de todos los
profesionales implicados, estando obligados a mantener los perros siempre bajo
control, respetando su bienestar y sin provocar molestias a sus conciudadanos.
Si son establecidos, deberán pasar los test de aptitud y cumplir la normativa
vigente que les sea aplicable.
-La Administración debe dictar normativas que
respondan a unos criterios lógicos y consensuados. La aplicación de estas
normativas debe ser inflexible para obligar a quienes se relajen en su
cumplimiento. Los poderes públicos deberían estar abiertos a posteriores
modificaciones propuestas bajo asesoramiento de los profesionales implicados y
siempre buscando el mayor consenso posible.
Las leyes fáciles de entender por la población y que
respondan a criterios correctos, contarán con el respaldo de la mayoría de los
“buenos ciudadanos”.
-Persecución implacable de la delincuencia relacionada
con los perros (peleas, usos intimidatorios, etc.) con castigos ejemplares que
hagan desistir del uso de los animales en estos delitos. Tipificación como
delito de la crueldad con los animales.
-Deben identificarse las víctimas potenciales de las
agresiones, especialmente los niños, para proporcionarles una educación
especial en prevención de riesgos.
La obtención de perros tipo “ciudadano modelo”,
debería ser la tendencia futura para una mejor convivencia e integración del
perro en nuestra sociedad. Estos animales demuestran su plena adaptación (test
de aptitud, pruebas de obediencia, ausencia de incidentes, etc.) y se les
permite, según los resultados, un mayor o menor acceso a lugares públicos.
Para terminar, un aspecto fundamental que debiera
quedar bien claro es, que las críticas a la normativa actual realizadas por
nuestro colectivo, responden no tanto a la defensa de los intereses de
propietarios o animales, sino a considerar la ineficacia en la resolución de
los problemas de estas medidas frente a la agresividad canina. El problema de
las agresiones caninas es tan importante que merece soluciones globales,
consensuadas y lógicas, lejos de “leyes apagafuegos” para acallar a los medios
de comunicación.
Agradecimiento: a David Jiménez (www.rottweilerdebedia.com) por permitirme publicar este artículo recogido en su web, junto con las fotos de sus magníficos ejemplares
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